Desde pequeña he esquiado, no mucho, la verdad.
Comencé con mis padres y hermanos en el puerto de Piqueras, sin remontes, con esquís de madera y monos de lana.
Decían las monjas de mi colegio de entonces, (muy progres ellas) que esquiar era "anticristiano".
También decían que los empresarios eran mala gente, y yo, que el mío tenía una tienda y un taller de costura, llegaba a casa y lo miraba de reojo, a ver si notaba algo raro, porque a mí me parecía una bellísima persona.
Bueno que me voy.
Más tarde, abrieron la estación de Valdezcaray, aquí en La Rioja y ahí fuimos aprendiendo poco a poco.
Alguna escapada a los Pirineos, Andorra y poco más.
En general, se me han dado bien los deportes, pero el esquí siempre me ha dado un poco de respeto.
No esquiaba mal (tampoco bien), pero era más por bruta e inconsciente que por mi técnica depurada.
Había algo que tenía muy claro, un punto en el cual me encontraba segura o no.
No sabría decir si era por la velocidad, por las condiciones de la nieve, por la gente que estaba a mi alrededor, o quizás por todo a la vez.
El caso es que había una línea muy fina entre controlar o no.
A veces me dejaba llevar sabiendo que estaba sobrepasando esa fina línea, porque hay momentos en los que el cuerpo te pide caña y un poco de riesgo.
Otras, simplemente se me iba de las manos, bueno, de las piernas y me pegaba una buena leche.
Por cierto, es curioso porque cuando conocí a mi marido, él también esquiaba, pero no sé por qué los dos lo dejamos (mmm, esto tenemos que hablarlo).
Bueno que me voy otra vez.
Años más tarde, cuando mi hijo tenía como cinco años, decidí volver a esquiar para que él aprendiera.
Y muchos más años más tarde, cuando se sacó el carnet de conducir, en la típica charla de madre consejera y pesada, que somos todas, le expliqué que lo importante era no perder el control.
Le hablé de aquella sensación que se siente esquiando, que lo tienes o no, que te sientes seguro, o no, que si aparece un niño, o una pelota, o una curva, vas a poder reaccionar o no.
Que es algo que se sabe, que lo sientes.
Y exactamente esto me dijo el otro día una clienta en la tienda
"No sé cuál es el motivo, porque me encanta la ropa, pero no me siento a gusto, no me veo"
Analizamos lo que ocurría, por qué tenía esta sensación, cambiamos una de las piezas, y todo encajó.
Ahora sí, dijo, ahora me siento segura.
Y me vino todo esto que te he contado a la cabeza.
Ella tenía razón, le entendí perfectamente.
Y esto es lo único importante, cómo te sientas con tu imagen, con tu ropa, con tu maquillaje...
Nosotras te proponemos, te traemos colecciones que creemos de tu estilo, te ayudamos a combinarlas y tratamos de inspirarte con nuestras sugerencias.
Pero solo tú decides porque solo tú sabes cómo te sientes.
Hoy te traemos cinco prendas "seguras", de bajo riesgo, de las que es muy fácil que aciertes, te sientas cómoda y que además puedas estrenar ya.
Y si quieres arriesgar, divertirte y descubrir muchas más propuestas para esta temporada, echa un vistazo a la shop on line o pásate por la tienda.
¡Feliz semana!
P.D.:Ya sabes que vamos subiendo todo poco a poco, así que si ves algo en redes o quieres hacernos cualquier consulta, puedes escribirnos por WhatsApp al 666161526.
P.D2.: Por cierto, mi hijo me ha comentado que ha recordado esa conversación más de una vez cuando va conduciendo.
Será la única vez que me ha escuchado:), pero ahí queda.
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